Hay tantas metas
bajo vuestros párpados.
Fieles batallas
dentro de los pulmones.
E inocentes mentiras,
detrás de las pestañas.
Qué mal augurio,
que ya no quepas en las mías,
pensaba.
Ausente de todas muestras
de afecto indeseado,
de miradas de deseo,
sin ganas ni tiempo.
Allí estabas, detrás de esos ojos,
porque era mentira todo aquello incierto.
Porque era difícil no responder
a ciertas cosas,
porque a ciertas cosas
del querer
nadie espera que puedas.
Ni entender,
ni sepas que
ciertas cosas del querer
no precisan batallas.
Porque son ellas,
precisamente ellas,
las causantes
de toda infelicidad marchitada.
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