dissabte, 26 d’octubre del 2013

¡Qué curvas tenía!

Y ¡qué curvas tenía! Caminaba con aquella elegancia que hacía abrir la boca, y sus carnes se movían al compás de su andar. Parecía que bailaba, sin música, claro. Pero no hacía falta, cuando ella pasaba era como si sonara una melodía de debajo las calles, de encima de las copas de los árboles, de detrás de las farolas… Todos sonreían con su visita. Sus labios como sangre, siempre perfilados con la misma cura que su ropa le caía sobre su cuerpo, inspiraban aire de forma casi sensual. Algo tan primario como respirar y tan bello si lo hacía ella. Y sus ojos… ¿cómo hablar de sus ojos sin quedarse sin aliento? Te adentrabas en ellos como si de un mar se tratara, como si fueras a perderte. Y la verdad es que costaba volverte a encontrar. Y con un solo gesto desconectaba tus sentidos, o los agudizaba de repente, así, sin más. Tenía esa capacidad. Y aunque a lo mejor fuera extremadamente exagerado cuando la mirabas parecía que deseándola estabas haciendo lo correcto. Una buena obra. Aunque ella, ella era la mejor obra. 

2 comentaris:

  1. Espero impaciente más entradas como esta, sirves de inspiración, ¡gracias!
    Petonets :')

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  2. Oh, acabo de empezar, poco a poco iré escribiendo más, muchas gracias :)

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