dimarts, 26 d’agost del 2014

Pensando con Froid

Creía haber olvidado la nostalgia de aquellas noches de terraza y vino cuando apareciste con tu media luna improvisada en los labios. Se me volvieron los atardeceres con Ludovico Einaudi dónde no nos hacía falta nada más. Mi mano corría veloz por el papel en blanco y de vez en cuando se cruzaban cuatro ojos medio perdidos que hablaban más que mis líneas de tinta. Tres meses después agradecía que el paisaje se tiñera de blanco y nos uniera por fin el calor de leña quemada. Pero eso no nos acercó lo suficiente, se me empañaron mis gafas sin tu aliento y pensé que el café quemaba demasiado. Fue justo entonces cuando no me molestaron otras manos esperando que las cogiera. Y las cogí, sólo para más tarde darme cuenta que no eran ésas las que me sabían quitar el frío.

Cap comentari:

Publica un comentari a l'entrada